lunes, 26 de enero de 2009

ES FUNDAMENTAL QUE NOS GUSTE VIAJAR DE LO CONTRARIO SE CONVIERTE EN UN MARTIRIO

Dicho esto, también es conveniente hablar como mínimo un poco de ruso o inglés. Ruso no hablo pero en inglés me defiendo como gato panza arriba.



El buen viajero no es exigente, simplemente no se deja avasallar, le basta un cacho pan y una lata de atún. Esto no significa que para conocer Europa Oriental sea necesario haber pasado dos años en un ashram hindú ni mucho menos.



Recomiendo al menos ciertas cosas:



En la maleta llevar embutido pero siempre loncheado en blisters al vacío, de poco peso, ya que al abrirlos podemos encontrarnos que no tenemos elementos de refrigeración a mano. Según los gustos de cada cual, siempre es bueno llevar variados, nosotros: jamóncito corriente, mortadela, chorizo, pavo, jamón cocido, etc. Quienes tengan más tronío que se lleven un jamón de pata negra y un mayordomo pa que se lo corte.



No aconsejo a nadie milimetrar los itinerarios, si bien es conveniente saber en todo momento qué lugares nos gustaría conocer y supuestamente qué encontraremos en ellos.

Recomendamos aventurarse por las zonas elegidas previamente, mezclarse con quienes viven en el lugar, oírlos, mirarlos, pasear sus parques, asistir a sus teatros que son bastante baratos en comparación con España. Estamos seguros que la experiencia vivida nunca se les olvidará. El culto a la música en Europa Oriental es una asignatura que tenemos pendiente. Que nadie piense que únicamente les interesa la música clásica, ballet, ópera. Están a la vanguardia en teatro, tienen una cinematografía muy digna de mención. Conocen y tocan jazz como nadie. Saben de rock-n-roll, pop, reggae... Leen mucho.


Es fundamental una vez sabido qué tiempo vamos a permanecer en una ciudad comprarnos un bono de transporte que nos servirá para el metro, si lo hay, normalmente sí, autobuses y tranvías. Así podremos desplazarnos de forma muy económica, calentitos y muy limpios. Advertimos que en las paradas de metros y tranvías está terminantemente prohibido fumar, si nos apetece deberemos alejarnos a los extremos de la parada, únicamente señalizada por unas papeleras, aunque no podremos evitar que nos miren con cara de desaprobación, eso sí, nadie nos molestará. Son mucho más educados que los españoles en general.

En todos los países pasa lo mismo: los centros de las ciudades monumentales son caros. ¿Debe este hecho alejarnos de tales emblemáticos lugares? Definitivamente no. ¿Cómo resolver este dilema? Aporto mi humilde solución: supongamos que nos encontramos en la archifamosa Plaza Roja de Moscú que no es moco de pavo, pues visitamos todo, todo, todo... Y a la hora de comer, nos alejamos un par de calles del centro, nos compramos las bebidas fresquitas en cualquier supermercado o tienda, (que las hay y a precio muy asequibles), también el pan que es fundamental. De la fruta mejor que nos olvidemos por estos lugares: está carísima y la venden por piezas. Nadie se muere por llevarse un par de semanas sin fruta. Una vez tenemos nuestro pan, nos podemos hacer un estupendo bocadillo de jamón con tomate (que hemos comprado), tampoco estamos tirando la casa por la ventana por comprar un tomate y la sal, que hemos guardado o robado en cualquier McDonald´s, nuestra bebida y luego otro de chorizo, queso, pavo o lo que nos apetezca.



Si hacemos esto, hemos comido perfectamente y os puedo asegurar, que a esos otros viajeros -afortunados ellos-, sentados en las terrazas pagarán por su comida como mínimo diez, quince o veinte veces lo que nosotros.



Para aquellos que les guste fardar tengo un truquillo: aseguraros de llamar al camarero y que os tome una fotografía sentados en la terraza mirando la carta, es importante que se vea la plaza, que luego los colegas largan y dudan que hayas estado en Moscú. Cuando hayas comprobado que tienes la foto en la cámara, le dices que vuelves inmediatamente, que espere sentado.



En la próxima os hablaré de precioso viajes en tren desde Praga a Ceskè Budejovice, Karlsten y Cesky Krumslov. Los trenes checos mantienen esa atmósfera de los años cincuenta, discurren muy lentamente, son viejos pero muy limpios, paran en todos sitios y no son caros: los paisajes son de ensueño.